ÉL

Siempre olvido decirte lo que realmente importa; siempre me quedo sin palabras cuando hablo contigo. 
Son tantas las cosas que quiero compartir, que me asalta esta especie de inseguridad en los argumentos y he olvidado cómo se dice lo que se siente.

Yo, un idiota con la cabeza en conflicto, y algo más; probablemente dejo mucho que desear con cada letra, con lo que pretendo plasmar y es que nunca acierto en nada; me queda solo esa sensación de saber que tengo algo bueno por decir, que me queda otra oportunidad; siempre existe ese resguardo que me salva de mis erotismos sentimentales .

Siempre he creído que lo que se expresa escribiendo, no se es capaz de volver a reproducir hablando y eso es algo que tengo marcado en todo lo que digo, en cada párrafo que he escrito, en cada parte de mi personalidad. 

Lo siento, pero entre otras cosas, soy humano y sufro con la debilidad de ser vulnerable a lo que pienso. Esta amistad permisiva, esta complicidad en silencio y el letargo de la oscuridad, me están haciendo crecer como persona, estoy aprendiendo de tí... 

No sé, quizá el qué y el cómo. 

No me lo explico, pero siento la necesidad de desafiar al mundo tras hablar contigo, siento la prepotencia de mirar por encima del hombro al resto del planeta tras cerrar la conversación de rigor con la cual alimentas algo más que este vacío que aveces me aturde, con la cual alimentas eso que la gente llama corazón. 
Me hace muy grande hablar contigo y mucho mas grande aún, es saber que es cierto que hay una nueva persona especial tras esta pantalla.

Estoy a gusto contigo, me siento seguro y eso no pasa seguido, eso me hace participe de una paz interior que no he sabido canalizar a lo largo de mi vida y que por mera casualidad, me veo obligado a incrementar. 

Me siento extraño al verme reflejado en el espejo tras cerrar el chat, me siento extraño al hablar contigo de temas que quizás nunca hubiese tocado y que por supuesto, están destinados a ser parte del olvido, por esta absurda manía de reprimir todo lo que hierbe bajo la piel del corazón. 

Cada vez me ahoga mas esta impotencia del teclado y me limito a escribirte todo aquello que, por miedo, aun no sé como decirte; me ataca el impulso de morir entre tus brazos, de morir entre tus palabras para, mas tarde, buscar el exilio de tu aliento y poder sentirme fuerte. 

A veces, te echo de menos, sabes? 
Todo es siempre mucho mas sencillo que la misma realidad cuando me siento cómodo, de alguna manera, conmigo y como tal, valga la redundancia, mucho más cercano a alguien. 

Alguien dijo un día: "quisiera gritar este vacío de no tocarte y llorar las noches que me gustaría que estuvieses por aquí; pero me quedo con el consuelo de que sé que cobraré todos los intereses, de que saldaré esta deuda en algún momento; mientras tanto me hago el duro al escribirte esto; pago el impuesto más grande por haberte conocido, pero me siento especial por sentir bajo mi piel lo que me trasmites", lo que me hace ser algo más que un personaje anónimo destacado entre tanto sentimiento al escribir.

Son tantas las cosas que te quiero preguntar, son tantas las vivencias que te quiero compartir, son tantas las ganas de seguirte el rastro, que no me veo capaz de empezar yo solo. 

Es inevitable, juegas un papel clave hasta el día de hoy en esta partida de ajedrez que no es cosa distinta a mi vida, sin trampa, ni cartón; esta partida de ajedrez que siempre se ha visto destinada a quedarse en tablas.

Reconozco que soy débil, esta carta sin marcar lo pone en manifiesto; pero claro, eso tú ya lo sabes; yo sé que lo sabes y es por esto, que todo lo que pretendo plasmar cobra sentido por si solo. 

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